Se mermaron las quimeras desleales
donde la vereda es nulidad vidriosa.
Y bajo la ostentosa y fatua bruma
hubo una silueta envilecida
palida y endeble en medio de la ruina
sierva de la decrepitud de un féretro,
inmersa en la oquedad de un sarcófago vacio.
Pero la alborada conjugo en su eterea mirada
el suplicio nocivo con el placer somnoliento
cual festin de medianoche para los dioses.
Y a través de la denodada y frágil melodía
se le ve danzar suntuosa erguida en su auge
exudando opulencia de bríos que
empinan sus manos hacia la hidalguía.
Irlanda...
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